Diputación Pronvicial de Cádiz

Despensa de Recuerdos Cocina tradicional de la sierra de Cádiz

Apicultura antigua / apicultura moderna

Las abejas siempre han sido un caudal de riqueza y, por eso, antiguamente, era bastante habitual que los agricultores tuviesen algunas colmenas en sus huertas y plantaciones porque les garantizaban mejores cosechas y mayor calidad.

En esta apicultura antigua las colmenas eran estructuras muy básicas construidas con maderas locales y, mayormente, con corcho -debido a la prolijidad de los chaparros del Parque de los Alcornocales- en las que metían los enjambres naturales.

"Antiguamente había muchos enjambres naturale en los huecos de los árbole, en las cueva, en muchos sitios, y así era más fáci. Estos enjambre se metían dentro de las colmena de corcho y, la reina… que se transmite con las abejas a travé del olor, servía de reclamo  que acudiesen a la colmena las abeja que se hubiesen quedado en el hueco del árbo o de la cueva. Cuando ya a lo mejó a la zona aquella se le acababa la comida,  le ponían su tapadera, cogían el corcho y lo llevaban a otra zona menos fría  que estuvieran más calentitas…" (Alfonso Gutiérrez, Puremiel, Prado del Rey). 

La rusticidad de estas colmenas planteaba un problema para la preservación de las abejas ya que el procedimiento de extracción utilizado era muy agresivo y al estripar los panales o sacarles la miel con la castraéra, se mataban muchas abejas, poniéndose también en peligro la vida de la reina.

Los apicultores de antaño quizás pudieron permitirse el lujo de tener tantas bajas en sus colmenas porque el campo que ellos vivieron y trabajaron aún no había sufrido los nefastos efectos de la polución, la deforestación, la sequía, el abandono de las zonas rurales o el cambio climático… "Reinaba una armonía entre el hombre y el campo. En cualquier sitio había flore, abundancia, y la abeja reina era capaz de poner dos mil huevo diariamente en una época con una floración buena. Entonce, aunque tú mataba abejas cuando estripaba los panale, de un día  otro ya las habías recuperáo".

Actualmente, con los métodos de extracción por centrifugado, eso ya no sucede y, además, el proceso de filtrado y envasado es absolutamente aséptico, pues el acero inoxidable ha desplazado a las espuertas de esparto y a las sábanas de algodón que los apicultores utilizaron como si fuesen una especie de colador.

En este proceso de mecanización también ha evolucionado el concepto y la funcionalidad de las colmenas, así como la indumentaria y los precisos que facilitan la tarea al apicultor.

Si bien ahora, el ahumador ayuda a desorientar a las abejas cuando los apicultores se disponen a castrar las colmenas, antiguamente, "cuando llegaba el tiempo de castrarla, en la casa no se podía pará… Tenía que estar tó cerráo y poné moñigas de vaca y con los zapatos viejo, una rueda o una goma encenderlas pá ahuyentá a las abeja porque, si no, te comían". Lo mismo ha ocurrido con el traje del apicultor porque "…antes era ¡ahí voy y a ver lo que ocurre! Incluso lo más peligroso que era la cara, cada apicultó se hacía unas especie de máscaras artesanales… como un espadachín… algo parecido… Y luego, las manos se las protegían con calcetines" (José Luis Mateos Muñoz, Ecomiel Grazalema).

A pesar de las mejoras aportadas por la prosperidad, la apicultura sigue siendo un trabajo puramente artesanal y la miel un producto cien por cien natural que pasa del panal al envase sin que intervengan en el proceso ningún tipo de agente químico. La calidad y pureza de esta miel ha despertado en las nuevas generaciones de apicultores de la Sierra de Cádiz el sueño de poder conseguir algún día la merecida Denominación de Origen.

… miel, espeso aroma,
líquida luz que cae en goterones
hasta que a su
palacio
colectivo
regresa
y en las góticas almenas
deposita
el producto
de la flor y del vuelo,
el sol nupcial seráfico y secreto!


Fragmento de "Oda a la abeja", de Pablo Neruda

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